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sábado, 17 de noviembre de 2012

POLÍTICAS EDUCATIVAS COLOMBIANAS


POLÍTICAS EDUCATIVAS COLOMBIANAS

¿EDUCACIÓN VERSUS PROGRESO?

Los filósofos y sociólogos que han analizado las estructuras, la ideología y el desarrollo de las sociedades industriales avanzadas, coinciden que en ellas se produce una dominación de los individuos a través de la publicidad, la propaganda, los medios de comunicación masiva y una carencia de visión crítica de los integrantes de dichas sociedades. A pesar de que éstas afirmaciones se refieren fundamentalmente a sutiles formas de alienación, tal como lo plantean Herbert Marcuse y Jürgen Habermas , entre otros, no deja de ser contradictorio y paradójico que para que una sociedad se pueda desarrollar hasta alcanzar altos niveles de productividad, deba existir una dominación que supone por otra parte un nivel educativo que conlleve la alienación para sus integrantes, de tal manera que se conviertan en sujetos con escasas posibilidades de liberación como personas humanas. Ese tipo de educación se opone al desarrollo espiritual del hombre y pretende un “prototipo” humano que sirva a sus intereses, un distintivo del hombre contemporáneo, contrario al ideal de educación humanística tradicionalmente propuesto. 

Lo que si es cierto, sin duda alguna, es que ninguna sociedad se puede desarrollar de manera armónica si no se consigue que todos los miembros de ella accedan a una educación que perpetúe las supra-estructuras (entiéndase: ideología, política, filosofía, cultura, etc.) de la misma. Ejemplos de esta visión se pueden observar en los milagros conseguidos por países como el Japón y Alemania que resurgieron de sus cenizas cual mítica ave Fénix, después de la segunda guerra mundial, tomando como eje de su desarrollo la educación; ello, hizo posible que se convirtiesen en modelos de desarrollo a nivel mundial. Todo lo contrario ha sucedido con los países que constituyen el llamado Tercer mundo, entre los cuales se encuentran la gran mayoría de América Latina y África. Los gobiernos de estos países, con raras excepciones, no han podido entender que el desarrollo económico va a la par con el desarrollo educativo. Los pocos intentos serios de cambiar ésta situación implementando algunos modelos educativos que supuestamente contribuirían a un “desarrollo humano integral” tal como se lee al inicio de la Ley Marco (115 de 1994) en Colombia; y avanzar hacia un desarrollo económico han terminado en fracasos estruendosos porque los modelos educativos implementados han sido resultado de experiencias foráneas, y de ninguna manera han consultado las complejas realidades de las naciones en mención. 


¿Cómo armonizar entonces educación liberadora e integral y progreso? No es fácil responder esta cuestión. A raíz de la última experiencia de éste tipo en nuestro país, aparecieron propuestas ponderadas como las formuladas por el llamado “grupo de los sabios” en el documento “Colombia al filo de la oportunidad” que aunque fue auspiciado por la “Misión Ciencia, Educación y Desarrollo” y cuyo informe conjunto apuntó a las necesidades básicas que tal grupo visionó como prerrequisito indispensable para salir del subdesarrollo, han sido desestimadas sistemáticamente por los gobiernos de turno. Hoy, las propuestas son tan válidas como en 1994 ya que han sido imperceptibles los cambios logrados a nivel macro. En la introducción del documento, leemos: “…Ello permite delinear una visión y un contexto general donde se enmarquen los problemas de mayor urgencia: ¿Cómo acelerar y modernizar la educación, el avance científico y tecnológico y la capacidad para el crecimiento económico, bases de la optimización del desarrollo? ¿Cómo impulsar sosteniblemente la ciencia, la educación y el desarrollo para el bienestar y el progreso democrático de todos los colombianos?”. En el citado informe se proponen tres cambios significativos: el cambio organizacional, el cambio educativo y los cambios en la ciencia y la tecnología. El subsiguiente análisis expone la problemática por la cual atravesaba el país en ese momento histórico que a nuestra manera de percibir, continúa siendo la misma, tanto en educación como en ciencia y tecnología: desarticulación de los niveles educativos, carencia de infraestructura, de apoyo tecnológico, deficiente cobertura, incapacidad de formar una cultura académica y de consolidar una dirigencia visionaria, ética, crítica y autocrítica, baja calidad académica, pobreza en la conceptualización por parte de los estudiantes y aún de los docentes, descuido de valores y principios, el olvido de las organizaciones, políticas estatales focalizadas, políticas desinformadas, gestiones discontinuas , el estatus social del docente y su desempeño, la educación y el trabajo, la precariedad de los puentes entre la educación y el empleo, la desvalorización del trabajo técnico y manual, esto en cuanto a educación. En cuanto a la ciencia se hacen igualmente referencias a los factores limitantes del desarrollo científico y tecnológico en Colombia y la apropiación social de la ciencia, las relaciones entre ciencia, tecnología y producción, el conocimiento, el cambio social y desarrollo del ciudadano. No desconocemos algunos esfuerzos gubernamentales que dentro del modelo globalizante no pasan de ser insignificantes frente a los enormes requerimientos de una nación que necesita con urgencia superar sus conflictos actuales y convertirse así en una nación viable y posible que pueda enfrentar con éxito los retos de un mundo cada vez más globalizado, y por ende más susceptible a que los países menos desarrollados sean dominados política, económica y culturalmente por las superpotencias. Lo anterior nos lleva a la reflexión sobre el peligro inminente que acecha detrás de las aparentes bondades de los tratados internacionales de libre comercio que podrían aumentar el ya inquietante desequilibrio entre Norte y Sur. 


De otra parte, la consolidación de las viejas estructuras de poder y la alineación política de Colombia hacia la derecha, caso particularmente especial en Latinoamérica, podrían condenar al país al aislamiento regional y a una dependencia total de los Estados Unidos de América, alejándose así de la integración latinoamericana con todo lo que ello implica. 


Nuevamente, nos preparamos para otro ensayo educativo que tiene mucho que ver con la situación coyuntural con respecto a los tratados de libre comercio en los que está empeñado el gobierno de nuestro país. Tal ensayo implica la implementación de un modelo de formación técnica y tecnológica orientado hacia el trabajo para cumplir así las expectativas que se generen a partir de estos convenios internacionales. Cabría preguntarse si esas nuevas estrategias educativas servirán realmente para el progreso del país ya que se infiere que se abandone en parte el modelo integral propuesto en el marco de la Ley General de Educación de 1994. 


¿Será este tipo de educación el que necesita la Nación Colombiana? 


Álvaro Gómez Castro

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